Algún día tendré que abandonar la construcción del andamio que, pretendidamente, ha de soportar mi existencia.
Algún día deberé seguir, definitivamente, las enseñanzas que me brindan los sueños a diario y a las que, sin saber el porqué, me resisto tanto.
Algún día me embarcaré, incondicionalmente, en el huidizo magisterio de los sueños, en su forma desmadejada de trasmitir conocimientos, en su elegante distancia del grosero proselitismo, en su inigualable gusto por el reflejo efímero.
Eso, el reflejo efímero. La mejor explicación de la vida que puede darse. La perfecta definición de ese surco imposible que labramos en el agua. Cuando nadamos.
lunes, febrero 26, 2007
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4 comentarios:
Sí, tambien lo creo
Nacho, a veces lo sueños son sobre sonidos, texturas, imágenes, el recuerdo de un olor...
asalta la idea del sueño material
:) o es una divagación...
no nos quedará ni París, ni nada...
o sí, el mar, tan democrático, el mar.
Si no nos queda Paris, nos queda Lima y Zaragoza... y el mar en medio. Besos, Rain.
He vuelto para disfrutar de nuevo, y por supuesto, lo he conseguido. Mi mérito es un corto viaje, el suyo, uno largo y profundo. Gracias
Pues viajar desde el Infierno no me parece un corto viaje, Osvaldo
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