miércoles, abril 11, 2012

A ocho mil metros

(No traje la bandera para plantarla porque no pensaba estar mucho tiempo aquí. En este presente se nota la falta de oxígeno y se comprueba que el principal objetivo de descender es respirar. Me empiezo a marear, así que me daré prisa en escribir la reflexión.)

“El punto de partida de toda vida es el presente. El punto de llegada, también. El sentido del camino a recorrer entre uno y otro varía alternativamente entre el pasado y el futuro. Recordando desde el ahora el pasado, desembocamos en el ahora. Transitando desde ese mismo ahora por el futuro, nos topamos indefectiblemente con otro ahora. Somos incapaces de caminar linealmente por el pasado-presente-futuro sin caer en la tentación de realizar constantes excursiones en los dos sentidos del tiempo. De hecho, nuestro recorrido vital podría definirse por un ir y venir perpetuo. Necesitamos insertar sueños sin descanso, abandonar el presente-cima por un rato para recargar de irrealidades nuestras pilas. Viajar por nuestro tiempo es nuestro pasatiempo.”