Al igual que en otras ocasiones, ocurrieron demasiadas cosas al mismo tiempo o tal vez coincidieron en una misma cosa diferentes tiempos. “Torbellinos” así me asaltan con cierta frecuencia y he optado por nombrarlos, imitando a lo que se hace con los huracanes.
Helena, como la bauticé esta vez, alcanzó categoría cuatro, superando la consideración de “tormenta tropical” y arrellanándose amenazante, a un solo escalón del nivel: “enamoramiento devastador”.
Ya sé que son sólo sueños, que una vez reposadas las partículas en suspensión, el medio recobra su orden. Pero la confusión se parece mucho a la vida. Y que las cosas encajen, demasiado a lo contrario.