miércoles, noviembre 16, 2011

Viaje

Partí una noche nada más entornar los párpados de la tarde. Abandoné el mundanal ruido para adentrarme en el sopor de la fantasía, con el leve anhelo de hallar la seda de la ruta en los sueños. Recorrí dormido mis arrabales, regando y grabando, al filo de cada taberna, un montón de mensajes. Descansé la vida, demoré la escritura en este blog para no despertar de mi asombro. Engañé a mi naturaleza con sorbos de eternidad y amé el desconocimiento de la única forma posible y desconocida. Saqué fotos digitales del camino para no desvelarme. Jugué (a ciegas) con las sombras al poker y gané como no había imaginado. Pensé constantemente que me esperaban de regreso para explicarme las claves de mi recorrido, para ajustar las escenas a un guión tal vez escrito. Volví igual que me fui: sin querer.