lunes, febrero 28, 2011

Una nube

Los niñatos esgrimen derechos en un mundo anciano y por cambiar de pañales, arrumbados en conchas de montaña rusa y twitter, empapados de sudor entre fuegos cruzados y toneladas de amor materno, caminando con las mentes prediseñadas por la máquina y tan seguros de la realidad del presente-tangible como aquellos asirios, que ya no estudian, lo eran de sus ríos-dioses. Los niñatos tienen muchas edades y una enorme capacidad para desfigurarse cuando algún picotazo, tal vez algún aprendizaje, les enfrenta al torbellino de los sueños, a la luz del viento o a la simplicidad de lo incomprensible, llegando a convertirse, en el mejor de los casos, en preguntas para niñatos, estudiosos y concluidores, mientras la nieve hace la guerra por su cuenta.

Y uno siempre está tentado a cuadrar el caos, cuando con escribir lo que no debiera sería suficiente.

domingo, febrero 20, 2011

8

La vida está justo en aquello que no nos preocupa.

sábado, febrero 19, 2011

¿Obsoletos?

"Mientras que los principales argumentos de la crítica de la técnica que se habían desarrollado antes de que Anders escribiese La obsolescencia del hombre aludían a la "cosificación" de la vida humana y a la "serialidad" de la producción en masa, Anders centra su ensayo, desde el principio, en esta idea del hombre que se experimenta a sí mismo como "anticuado" y pequeño frente a los aparatos técnicos, que se presentan como los auténticamente "bien dotados" y que le hacen avergonzarse de su humanidad: "No hay hombres de repuesto", escuchamos decir a un enfermo terminal en un asilo para desahuciados, y se lo escuchamos decir como sonrojado porque en la era de la técnica no se haya inventado aún nada definitivo contra la caducidad de la existencia humana. Este sentimiento de vergüenza, dado que no podemos sentir vergüenza sino ante una mirada ajena, nos indica que ahora son las cosas, las máquinas, quienes nos miran. El hombre moderno desearía ser sólo un engranaje, debería ser sólo eso, pero misteriosa y trágicamente aún no está del todo adaptado a la explotación mecánica, y eso es lo que le abochorna, su propia humanidad residual. Por eso, amedrentado y fascinado por el mundo de la producción, el hombre "decide" pasarse a la condición de producto, y la llamada "ingeniería humana" (human engineering), fisiotécnica y robótica, le suministra el modo de fragmentar su conocimiento en habilidades subhumanas que subsisten mecánicamente con independencia de la totalidad de la que proceden. Y esta eliminación técnica de la humanidad es completamente coherente con la aparición de la bomba nuclear, puesto que ella muestra mejor que ningún otro dispositivo el carácter prescindible de la humanidad. En estas circunstancias, Anders se propone con su antropología mostrar a sus lectores por qué nos hemos vuelto ciegos al apocalipsis que protagonizamos, y en qué condiciones podríamos recuperar el papel de agentes históricos que la ilusión de un mundo sin muerte nos oculta día tras día."

José Luis Pardo

lunes, febrero 14, 2011

Risoñar

Sin defensas, las comisuras retan la probable llegada del viento para que las dibuje. Con esa cara y de cara, el horizonte se adivina enamorable. La risa y la brisa se citan en un beso. Los ojos se quitan las telarañas, extravían el pasado y lo despejan. El cielo, por esta vez, se escucha razonable y dispuesto a tomar otra copa de vino. El futuro se muere por vivir.

Risueño.