lunes, enero 30, 2006

Petición



Un aplauso por el que lo dejó todo y montó un chiringuito en la playa

Señor Coca-Cola:

Soy un joven africano que acaba de desembarcar en una playa europea desde una patera. Lo he dejado todo en mi tierra natal y acabo de leer su anuncio. Estoy buscando unas tablas para montar el chiringuito y querría hacerle una petición: ¿podría cambiar el aplauso por un bocadillo?.

viernes, enero 27, 2006

Diccionario para soñar: vislumbrar

VISLUMBRAR: ver un objeto tenue o confusamente por la distancia o falta de luz, conocer imperfectamente o conjeturar por leves indicios algo inmaterial.

Y el salvaje vislumbra desde el sueño más profundo lo celestial
John Keats

miércoles, enero 25, 2006

Vuelvo a soñar que la montaña no está quebrada

Algunos días hasta consigo que las palabras me alcancen y se acerquen a esta realidad que sueño. Y al acercarse, se interponen como una nube entre el sol y mi piel, pareciendo que algo cambia. Llego a creer que unas cuantas palabras, convenientemente colocadas, encajarán por un instante eternizable las piezas desatadas de mi vida. Pero el abismo es demasiado evidente. El dios sol exige cegar mis ojos de atrevido Ulises y condenarme al tibio sueño de la razón y al tormento de la nostalgia. La crueldad de la pena demanda que mi celda no sea hermética, las palabras se filtren y el olvido me haga de nuevo un hombre confiado, dispuesto a reemprender el carrusel de su escalada.

lunes, enero 23, 2006

Oxígeno

Mis pulmones reproducen la cadencia de los tuyos.
Mi sangre sólo admite elementos oxidados en tu atmósfera.
Te sueño para poder respirar.
Para poder respirarte.
Para poder soñarte.

viernes, enero 20, 2006

De oferta

Pasé de las novelas a los poemas, de las películas a las ensoñaciones, de los viajes a los vagabundeos.

Perdí la trama de las cosas y me colé en el mercadillo.

Cambio argumentos por vida y sonrisas por nada.

lunes, enero 16, 2006

Y tus ojos me sonreían

A pesar de ser la misma Zaragoza de siempre, la que yo pateaba a diario, había algo que la hacía totalmente diferente. Tal vez fuera ese sonido, más propio del campo que de la ciudad, o aquel olor marinero que la inundaba. Lo cierto era que los transportes públicos rebosaban de plantas tropicales a las que ambos nos agarrábamos mientras tu boca me miraba.
Se trataban de unos transportes fantásticos y silenciosos. Deslizaban su trayecto a medio metro de altura sobre la tupida capa de flores que les servía de guía o sobre la lámina de agua de los ríos ciudadanos: Ebro, la Huerva y Gállego, por los que también transitaban. Cuando se entrecruzaban dos de aquellos vehículos, uno se alzaba cuatro o cinco metros para dejar libre el paso inferior al otro. Incluso en una ocasión pudimos ver, ¿te acuerdas?, cómo uno se elevó hasta un décimo piso para depositar a una persona de edad avanzada. Recuerdo que tu boca me miraba.
Las aceras estaban llenas de cochecitos de niño, pero de gran tamaño, pues eran ocupados por personas mayores y empujados por amigos o familiares. Conductores y ocupantes se intercambiaban a cada rato las funciones, lo que permitía a unos y otros echarse breves sueñecillos mientras recorrían las calles. Una vez yo te llevé a ti sin dejar de observar cómo tu boca me miraba.
Era frecuente que la gente paseara en compañía de los hologramas de sus amigos. El sistema era muy sencillo: llamabas por el móvil a un amigo y éste te decía "- ahora no puedo, pero te mando a mi holograma". Al instante, tenías a su holograma contigo y juntos os ibais de tapas. Resultaba muy cómodo salir con un holograma, pues no consumía en los bares y podías minimizarlo si se ponía pesado o necesitabas subir a un transporte público. Vimos alegres grupos de personas y hologramas, y también, parejas de hologramas solos, cogidos de la mano como enamorados. Yo te cogí la tuya y pude ver que tu boca me miraba.
Paseamos muchos días por aquella Zaragoza, entrando en todos los edificios donde los porteros invitaban a pan con vino tinto, escuchando las historias traslúcidas de los alabastros parlantes y estrenando cada noche una nueva cama de amor y descanso. Y tu boca me miraba.

viernes, enero 13, 2006

jueves, enero 12, 2006

Propuesta sin razones

Propongo a aquellos que se suicidan después de matar a alguien que, por favor, lo hagan al revés. Que se suiciden primero.

Y no les voy a exponer las razones de mi propuesta porque es obvio que la razón no es algo que les toque muy de cerca. Además, para qué hacerles perder el poco tiempo que les queda de "vida" con argumentos.

Y no se preocupen, que en una próxima vida, si tienen a bien reencarnarse en un ser racional, yo personalmente les explicaré todas las razones de mi propuesta.

De momento, dedíquense unicamente a seguir mis instrucciones. Sabemos de sobra que no les da para más.

miércoles, enero 11, 2006

La calle

Mi alma, mi cerebro, todo mi cuerpo, necesitan estar en la calle.

Mis mejores sueños nacen, crecen y se reproducen en la calle, lejos de la fortaleza del hogar.

Mi pasión por doblar esquinas, desgastar suelas y esquivar alcorques, revela mi naturaleza.

Como cantó Sabina: "busco acaso un encuentro...".

domingo, enero 08, 2006

Caleidoscopio

Como te veo en todas las cosas, mi corazón se aceleró al descubrir tu mismo caminar en aquella lejana mujer, todavía indeterminada.

Supe que eras tú por la exclusiva gracia con que agitaste la cabeza, como siempre que haces cuando quieres equilibrar tus pensamientos.

O como cuando quieres recomponer nuevos sueños... en tu caleidoscopio.

miércoles, enero 04, 2006

Sueño primigenio

Dicen que al principio fué la palabra.
Pero una palabra necesita de una mirada previa.
Y al principio, sólo era posible mirar la nada.
¿Qué ocurre al mirar la total oscuridad de la nada?
Dos cosas: o más nada, o un sueño.
Y puesto que parece que algo ha ocurrido, supongo que al principio fué el sueño.