Trocead la emoción,
empaquetad los sueños
para que triunfen vuestros maestros,
para que vuestros discípulos tengan éxito.
No lloréis de dolor
amor,
alegría,
gratitud,
pasión o
belleza,
más de lo necesario.
Pasad por la vida como os han enseñado,
como sabéis que no se debe pasar.
Seguid dándole importancia a lo que huele,
a lo que brilla,
a lo que vale,
a lo que mata,
a lo que puede,
a lo que sabe o
a lo que gana.
Olvidad de una vez la grandeza inmaterial que un día descubristeis dentro de vosotros.
Seguramente, estabais borrachos.
lunes, enero 19, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Seguramente amigo mío, seguramente lo estaba yo; lo bueno es que aún no se me pasa del todo, y a veces vuelve esa turbación del sentido práctico. Junto los pedazos de emoción, abro la caja movediza de los sueños, y ellos revolotean alegres ¡hip! perdón.
En algunos casos, podría cambiar el "estabais borrachos" por "sois unos borrachos". Pero no va por usted, Antón, sino por gente como Luzbel y otros.
Publicar un comentario