martes, enero 13, 2009

Tiempo perdido

El fantasma imposible de Bernardo Soares y yo sabemos que el asentamiento de apuntes contables produce, como daño colateral, un íntimo exilio.

Ese enajenamiento inducido por la concentración de los sentidos en asuntos irrelevantes, impide realizar el útil ejercicio de vaciar y llenar el alma (o su cáscara) de:

siestecicas
florecillas
sensaciones
morenazas
chocolates
riachuelos
ilusiones
carantoñas
baldosines
comidetas
musiquitas
ventoleras
caminitos
esperanzas
jueguecicos
sonrisitas
horizontes
mermeladas

4 comentarios:

Antón Abad dijo...

Su modestia me incomoda y me hace sentir culpable; ese Bernardo ¿no será el mudo del Zorro?; yo me doy unos siestones de aúpa y a partir de ahora me sentiré un vicioso. Menos mal que le van las morenazas, porque casi todo lo demás se puede incluir en el humilde mundo de los diminutivos.
¿Y las rubionas? ¿eh? * ¡¡Racistón!!; ¿y los atracones? ¡¡Frugalote!!

* Esta preocupación por encargo de un amigazo.

nacho dijo...

No quise ofender a nadie con lo de "morenazas", Luzbel. Ni siquiera a los "morenazos" (pudo haberme llamado ¡Sexistón!, con razón).

Pero no puedo evitar que alguna mujer morena se me entresueñe tras un debe o ante un haber.

Antón Abad dijo...

Perdón, ¿cómo me ha llamado?

nacho dijo...

Disculpe, Antón Abad. No entiendo cómo pudo aparecer el nombre de Luzbel en mi comentario. Seguro que para un diablo es fácil manipular internet.