viernes, septiembre 05, 2008

Futuro

Fui a excusarme ante mi jefe por no tener hecho el trabajo que me había pedido, pero él no me dejo hablar porque quería decirme que me daba una semana de vacaciones en ese momento.

Fui a pagar un recibo, pero antes de poder hablar, el empleado del banco me avisó de que me habían ingresado una cantidad importante de dinero por una lotería a la que ni sabía que jugaba.

Fui a pedir el menú del día, pero la camarera no me dejo hablar porque acababa su turno en cinco minutos y mejor me invitaba a comer a su casa.

Cuando me desperté (obviamente era un sueño), repasé lo que tenía que hacer ese día: excusarme ante mi jefe, pagar un recibo y comer en el restaurante de la esquina. Me gustó el programa. Estaba seguro de que no se cumpliría.

Desde entonces leo mi agenda como si fuera ciencia-ficción.

2 comentarios:

Antón Abad dijo...

¿Está la camarera de buen ver?; dígale a su jefe que no pudo terminar el trabajo por los trámites para el premio, los billetes para las vacaciones y los preparativos de una buena comida casera (también con premio). No le hará feliz, pero le comprenderá.

nacho dijo...

Preferiría hacerle feliz, pero prefiero aun más no tener jefe.