jueves, abril 17, 2008

Desde mi celda

Las lamas de la persiana deconstruyen la realidad exterior hasta el momento del fundido en negro que antecede al sueño.

Desde el negro, el sueño progresa hacia la luz sin llegar a su plenitud. Los focos analíticos de la consciencia dejaron paso al mortecino resplandor de los pilotos rojos.

Esa luz de emergencia tiene algo de muerte que delega en las sombras y deja al soñador desasistido, menos humano, más (mera) naturaleza.

Tras el tránsito, con la mañana y la persiana en lo alto, la misma (o nueva) realidad exterior no es más verdad.


Pero me humaniza.

2 comentarios:

Alphonse Zheimer dijo...

¡Uy, como Ferrán Adriá pero con sueños!
Humaniza sí, pero cada uno tiene su particular visión, sus propios fantasmas que poner en escena.

nacho dijo...

Pero humaniza, Alphonse, como cada comentario. (Poniéndonos cursis, podríamos decir que cada comentario es una mañana.)