Por la acera del sol se camina entregado a la vida. Los sueños no tienen allí cabida porque las mentes embriagadas se rinden a su dios. Los cuerpos dormitan abrasados de vaguería y los poros invitan a sus almas al abandono total.
En esas condiciones, la luz derroca al crono y la temperatura se adueña de los pensamientos de los que, no hace mucho, cuando caminaban por la acera de la sombra, eran hombres o mujeres.
En el cielo debe oler a sudor.
jueves, marzo 30, 2006
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5 comentarios:
Una sensación singular, propicias querido amigo.
¿Como? pero no estaba prohibido ya en Zaragoza dormitar en la calle?
el cielo debe oler a rebeldía!
Siempre he soñado con propiciar sensaciones singulares, querida Vir. Así que ...gracias.
Tu comentario trae a mi memoria la ciudad de Sevilla, Teresa. Casi te he visto caminando por el Pasaje del Agua.
Mientras parezca que caminas, Beclen, puedes dormitar (otra cosa sería dormir).
El calor a veces embrutece la cabeza, sin duda :)
O la convierte en agua
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