Escribir y leer son formas de vivir si no sustituyen a la vida. Ambas son capaces de construir nuevos mundos, pues no sólo el escritor crea, sino que el lector configura también una realidad diferente a la que plasmó en letras el autor original.
Pero hay, además, algo que me atrae del hecho de leer, que lo hace superior, para mí, al hecho de escribir: la destrucción del producto.
Al leer pulverizamos la pretensión de fijar el mundo en palabras y frases, destruimos la seguridad de lo tangible, prostituimos la iniciativa concretada, adoptamos y adaptamos lo leído (igual que hacemos con los dioses) a nuestra imagen y semejanza.
Si por algo escribo, es para que me lean y volatilicen, sin yo saberlo, el andamiaje que pretendía expresarme. Escribo, incluso, para, leyéndome, incinerar mis entelequias y esparcir las cenizas por el río donde vivo.
Tan feliz.
martes, junio 09, 2009
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4 comentarios:
¡Bendito Ebro querido amigo, que lleva esas cenizas lejos!
Estoy absolutamente de acuerdo con lo que dice; leer y escribir son treguas, y tiene aún más campo de acción la lectura, porque por insólita que sea una creación literaria, tendrá solo un principio y un final, mientras que la lectura, será siempre diversa y enriquecedora.
Más que adaptar lo leído a nuestra semejanza, diría yo que filtramos en cada ocasión que leemos un texto, con mallas diferentes, y según las usemos, se quedarán los peces grandes o los pequeños.
Anoche leí un cuento que me gustó mucho, se lo enviaré a continuación. Buen fin de semana.
Gracias por el cuento y los buenos deseos, Antón.
Yo suelto barbos y usted tal vez recoja sardinas.
mejor es soltar barbos y recojer elefantes
saludos! a los años!
¡Alabado sea Messi!
¡Nada me alegra más que recibir saludos de tan eximio cananeo!
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