miércoles, mayo 06, 2009

Muda inocencia

“A la vuelta de la esquina de creerme inteligente, me encuentro con que soy imbécil”, le decía yo a una camarera en un sueño recurrente.

Escenas como esa, que yo me veo protagonizar mientras duermo, son las que me han llevado a no querer encontrar significado a los sueños, a amarlos simple y angelicalmente.

A amarlos porque cuentan la vida sin explicarla, valiéndose del humo de un onírico bar de fumadores, donde no es preciso respirar para comprender la muda irrealidad de la camarera.

Y es que, si ella hablara, nos sabríamos despiertos y de regreso a la vigilia, condenados a preguntarnos si sus labios mienten. Como los nuestros.

2 comentarios:

Antón Abad dijo...

Anoche soñé que Guardiola tenía que tirar un penalty; estaba mermado y lloraba sangre roja por un ojo; la azul, en el otro, aún se contenía. Todo dependía de su acierto en tan penosas circunstancias, con el agravante de que chutaría con unos mocasines decididamente poco apropiados para la precisión. El balón se elevó por encima del travesaño ante un estadio mudo; ni los ingleses festejaron el traspié, porque sabían que a veces, se es mejor aún perdiendo, y es poco consuelo saber que el destino se ha puesto de tu parte.
Premonitorio o no, simplemente revela una de mis preocupaciones, porque los sueños son el universo colateral que arrastramos, y en el que saldamos todo lo que es incómodo en la vigilia. Sus labios, definitivamente mienten, como los nuestros; roguemos porque sea con nuestra misma buena intención.

nacho dijo...

El fútbol sería un sueño, Antón, si no fuera porque sirve a un señor llamado resultado. Ahí es donde dicen qué es como la vida y ahí, para mi, es donde se confunden.

Josep Guardiola tiraría perfectamente el penalty con mocasines.