No es la profundidad de mi desconocimiento la que me provoca inquietud. Son esas pilastras de conocimientos, sobre las que mi cerebro, por su cuenta, edificó el palafito donde mora, las que me perturban.
Este mismo lenguaje, con el que digo expresarme, no es sino el inútil manoteo con el que intento agarrarme al volátil asidero de otros ojos.
Fatigas que no evitarán la hora del sueño.
lunes, abril 20, 2009
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2 comentarios:
Y lo consigue amigo mío, lo consigue; y lo mejor de todo es que, leer lo que expresa, es un oasis para algunos de nosotros. ¡Manotée, manotée!
Me alegro de que haya efectos colaterales positivos, Antón ¿o no son colaterales?
(en realidad creo que va a ser la última vez que escriba esa palabra, porque NADA ES COLATERAL)
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