En algún momento, entre afán y pretensión, levanté la vista. Las nubes abandonaban el campo de batalla y, empujadas suavemente por el cierzo, se retiraban deshilachadas, silenciosas y bellas, ante la admiración de los degustadores de sueños.
Bajé los ojos sin bajar la mirada, buscando encontrar a mi ras el rastro de la altura, sin calcular que de la misma forma que una visión revolucionaria puede cambiar un mundo, una intención visionaria lo puede hacer desaparecer.
P.D. Ahora soy una nube. No es fácil. Tiene otras ventajas y otros inconvenientes, pero, en el fondo, no es muy distinto de ser humano.
sábado, marzo 14, 2009
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2 comentarios:
No, es asim: ¡PLÍÑ!
¿Nota la sonoridad cristalina; la elegancia en las formas?
Creo que tiene razón, es más o menos lo mismo
Bajar los ojos sin bajar la mirada... Definitivamente le reconozco en la figura
Supongo, Luzbel, que nunca dejamos de demorarnos en el pasado.
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