Albergamos sueños, como abrigamos esperanzas, con la inútil pretensión de que florezca lo distinto y nos resuelva un enigma que ni siquiera sabemos plantear.
Incubamos sueños, imponiendo peajes a quien atraviesa la ruta de nuestras tinieblas, con el vano objetivo de preservar la originalidad de nuestro cielo.
Escribimos sobre sueños, igual que lo hicimos de jóvenes, pero con distinta y distinguida ignorancia.
Reprimimos los sueños, sentándonos sobre ellos.
lunes, octubre 23, 2006
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6 comentarios:
Y aunque nos sentemos sobre los sueños, ellos se nos cuelan por donde pueden :)
No sé porque al leerlo tuve la pretensión de pensar que ese escrito era para mí.
Y pasan a ser un problema, Noemi.
Era para ti, Laura. (también)
Yo no me incluyo en la represión, no me siento sobre ellos como no me siento sobre mi tridente. Mis sueños son, casi siempre, de más enjundia que la vigilia.
Acuerdo pleno con los dos primeros tramos.
Es cierto, Luzbel, que los sueños tienen puntas afiladas.
Son represiones pasajeras...los sueños rompen diques, se salen por las ranuras de la inconsciencia y desbordan la sensatez o el miedo
algunos, digo.
:)
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