Hoy los soñadores están muy buscados.
Tener una pareja soñadora hace más llevaderos los fines de semana y pospone la fecha del divorcio. Tener un cliente soñador es el primer paso para venderle el coche más caro, el que más puede matar. Tener un conocido soñador nos permite acercarnos a mundos que nos están vedados por ser tan cobardes.
Alcanzar el puesto de soñador, en cualquier esfera, significa posicionarse en ese lugar privilegiado a donde llegan todas las ofertas: el paraíso del perfecto cliente potencial.
Pero, ¡ojo!. Nunca se debe ser consecuente con los sueños, no vaya a ser que caigamos en la infidelidad o, lo que es peor, en la revolución.
viernes, octubre 06, 2006
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4 comentarios:
Ser consecuente con los sueños, es lo que a veces me lleva a la locura Nacho.
He pasado de ser la clienta perfecta a alguien que sueña que no sueña, pues cultiva la realidad a cada paso. Que terrible es la realidad Nacho...realmente terrible.
ja! a la infidelidad o a la revolucion! pues seria como decia Dali, si sueño con Hitler dia y noche porque no hacerle un retrato.
Teresa, ser consecuente con los sueños sólo puede tener buenas consecuencias (leves o graves).
Laura, la realidad es, como tú bien dices, soñar que no se sueña, es decir, soñar sólo una parte de tu ser (normalmente la parte más terrible).
o, ¿por qué hacerlo?, Eleafar
Gracias. Fundarías una ciudad onírica a partir de tus sueños, si acaso aún no la has fundado
:)
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