martes, agosto 04, 2009

De viaje

La inevitable sucesión de horas, razones y sinrazones no acaba de encadenar mi mente a mi muerte. Abro con los dientes de la pasión los eslabones que me anclan, los grilletes que me pensaron senilmente y no supieron soñarme como un cuerpo celeste.

Mi atmósfera me da vida, me protege y me impulsa. Me da alas para viajar al centro del universo, situado, según mis sueños, en el extremo más lejano.

Pero no me fijo en mí. Sigo los caminos estelares que recrean vuestros ojos al cerrarse y los trayectos deslumbrantes que me ofrecen vuestras pupilas al mirarme.

Y dejo un rastro de luz, como una simple respuesta de amor.

4 comentarios:

jose Fernandez de Villalta dijo...

Suerte que tienes ue te miran esos ojos.La pena son os seniles qie siempre nos imaginan diferntes a cómo somos.
!Si es que he entendido tu jodida frase!

nacho dijo...

A todos nos miran esos ojos y nos piensan aquellos cerebros, Jose. A veces pienso que unos no están a la ltura de los otros.

Antón Abad dijo...

Me ha gustado mucho la frase: "Abro con los dientes de la pasión los eslabones que me anclan..."; no he entendido lo de "senilmente", porque identifico esa palabra con la carencia de sentido. No hace mucha falta fijarse en uno, ya lo hacen los sueños por nosotros, y otros ojos; simplemente somos fogoneros que arrean carbón para que la máquina no se pare. Los rieles por los que vamos reflejan otras luces, y las suyas me son caras y habituales.

nacho dijo...

Sí, Antón, lo hacen los sueños por nosotros, así que es de justicia (o de amor) corresponderlos