martes, enero 15, 2008

Paco

Acomodado a la voluntad del sueño que le inventó, Francisco comenzó a construir sus paces. Dobló con cuidado las puntas de la sábana, respiró profundamente y miró hacia el otro lado sin esperanza.

El espejo le devolvió una imagen demasiado joven para la ocasión, pocas arrugas que exhibir y cierto brillo de impaciencia en los ojos que debería matizar sin tardanza.

Los silencios se encadenaron.

Había llegado el momento de dejar de estar desesperado. Debía reflexionar.

El sueño que se inventó no era el sueño que le inventó. La madre que le parió, le legó, además, el mandato de seguir pariendo. Soñar le impedía cumplirlo.

Dormir. Dormir debía ser la solución.

Y despertar, el camino.

3 comentarios:

Abel Granda dijo...

O al revés ¿no?

Mucha dijo...

Muy bueno............... prometo volver

nacho dijo...

Cierto, Lenguaraz. La verdad es que cada vez que acabo un post me hago esa misma reflexión.

Gracias, Muchadela. Cuando quieras.