miércoles, mayo 16, 2007

Marietta

Se podía permitir el lujo de ser pequeña y el lujo de ser mayor. Sus ganas de jugar tenían licencia para ocupar todos los espacios. Sus sueños todos los tiempos. Sus risas todas las lágrimas.

Con el bocadillo de chorizo en la mano izquierda, Marietta contabilizaba a saltitos el número de lineas blancas del paso de cebra. En esos momentos de sus siete años se había olvidado de todas las rozaduras. Ni las sandalias, ni los gritos de su madre, ni el coche amenazante, importaban de verdad.

Aún no le había llegado la edad de mezclar y sobrevivir,
mezclar y sobrevivir,
mezclar y sobrevivir,
mezclar y sobrevivir...

5 comentarios:

Eleafar Cananita dijo...

pues como que bajasye la voz o ya estabas dormido.

"...buscad a hortencia", se me vino a la cabeza..

La Mala de La Pelicula dijo...

vaya, que simpático leerlo.

Kekosikas/ Demuxoscolores dijo...

Me gusta el texto, y me inspira ternura el personaje... pero a la vez me produce tristeza. No se si era lo que pretendías pero me hace pensar en una niña que tuvo que crecer de golpe ...?¿?¿ (Perdon por atreverme a deducir...:P)
Besos.

nacho dijo...

Es que la supervivencia me duerme, Eleafar.

Gracias simpáticas, Laura.

Crecer de golpe es lo que hacemos a cada rato, María.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Rayuela, muñecas, robots, canicas...


juego, juego, mucho juego, antes que haya que mezclar...